jueves, 18 de octubre de 2012

¿Cuántas somos? ¿Dónde estamos?





Seguimos con las reseñas de los artículo contenidos en la Revista Ciencia en su edición julio-septiembre 2012. Esta vez con el artículo escrito por la Dra. Olga Bustos que nos muestra datos señalando cuáles son las áreas de conocimiento que cuentan con mayor incursión femenina y detalla las diferencias entre los diferentes niveles del SNI a este respecto.


El texto comienza mencionando que la educación superior sigue siendo un privilegio al que solo accede una parte minoritaria de la población tanto en México como a nivel mundial. También se hace hincapié en que la igualdad y equidad de los géneros está estrechamente relacionado con los derechos legales de las mujeres y se mencionan algunos instrumentos normativos para la lucha contra la discriminación en el marco de defensa de derechos humanos. Por poner un ejemplo uno de los “Objetivos del Milenio” (ONU) es eliminar las desigualdades entre mujeres y hombres en todos los niveles educativos para el año 2015.
Por otro lado se señala que a lo largo de la historia las mujeres siempre han generado reconocimiento aunque esto no siempre se les ha reconocido, y aunque la admisión de las mujeres a las escuelas de educación superior es reciente en comparación a la antigüedad de dichas instituciones en los últimos años se ha logrado cierta equidad. Se dan algunos datos para mostrar la evolución de la integración femenina a la educación superior a nivel mundial, por ejemplo en 1960 las mujeres representaban un tercio de la matrícula total para este nivel educativo, pero para el año 2000 constituían ya el 50 por ciento  y para el 2007 el 51 por ciento. Asimismo se señala que según datos de la UNESCO del año 2008 a nivel maestría las mujeres representaban  el 56 por ciento, para nivel doctorado en 44 por ciento y el 39 por ciento del personal de investigación.
El texto refiere que debido a que vivimos en una sociedad patriarcal existe una división del trabajo donde las mujeres son asignadas a las labores privadas de cuidados de la familia y mantenimiento del hogar, y los hombres a las “tareas del mundo público” como el trabajo remunerado y la educación formal.

Al hacer el análisis a nivel nacional se muestra la incursión de las mujeres en los distintos niveles académicos:

·         Las mujeres representan aproximadamente la mitad de la matrícula a nivel superior, pero que al hacer un desglose puede observa que hay carreras donde la inserción femenina es mucho más marcada que en otras. Por ejemplo de 1983 al 2006 el porcentaje de mujeres en el área de ciencias de la salud pasó del 47 al 64 por ciento respectivamente, mientras que el área de ingeniería y tecnología  pasó del 14 al 30 por ciento.

·         A nivel posgrado se tienen datos similares, la mayor matrícula femenina se encuentra en las áreas de ciencias de la salud y de educación y humanidades donde incluso sobrepasa el 50 por ciento, mientras que áreas como ciencias exactas e ingeniería y tecnología las mujeres representan el 38 y 32 por ciento respectivamente.

·         Respecto al personal de investigación según datos del SNI en 1984 (cuando se creó este organismo) las mujeres representaban el 19 por ciento, para el 2010 esta cifra se incrementó para alcanzar un 33 por ciento. Desglosando por niveles este último dato, se tiene que las mujeres representan el 40 por ciento en la categoría de Candidatos, el 35 por ciento para Nivel I, el 28 por ciento para Nivel II y finalmente el 20 por ciento para Nivel III. El texto desglosa estos datos también por áreas de conocimiento donde la menor participación femenina se encuentra en ciencias físico-matemáticas y de la Tierra donde las mujeres representan solamente el 19 por ciento (tomando en cuenta todos los niveles).

Después se analiza la participación de las mujeres en los comités del SNI y se encuentra que “En lo que atañe a los comités de evaluación o de acreditación en diferentes instituciones, la participación de las mujeres es mínima, a pesar de que muchas de las investigadoras cumplen ampliamente con el perfil requerido.” Algunos datos que resaltan son que en el área de ciencias físico-matemáticas y de la Tierra tuvo la representación más alta de mujeres en la comisión dictaminadora de esa área (41 por ciento), pero la comisión evaluadora contrasta marcadamente, al tener cero por ciento de mujeres; también aparecen con cero por ciento las áreas de ciencias sociales y de biotecnología y agropecuarias.
Basado en los datos usados a lo largo el texto “se observa que siguen persistiendo sesgos de género que obstaculizan la inserción de mujeres en cargos que implican toma de decisiones”, así como un sesgo importante en cuanto a áreas de conocimiento. Las recomendaciones que se dan para solucionar estos problemas son:

·         Poner en práctica las convenciones y tratados internacionales que México ha suscrito en materia de equidad de género.

·         Incorporar la perspectiva de género en las políticas educativas y tomar esto en cuenta para los planes presupuestales.

·         …establecer y poner en práctica políticas de acción afirmativa con el objeto de ir cerrando la brecha tanto en las áreas y carreras específicas donde el porcentaje de mujeres todavía no rebasa el tercio del total” como por ejemplo “ofrecer opciones en caso de que las estudiantes, durante la realización del doctorado, incursionen en la maternidad”.

·         Reconocer que si bien implementar una perspectiva de género en las instituciones de educación superior es una tarea que requiere un arduo trabajo, se pueden establecer y lograr metas a corto, mediano y largo plazo.

Nuevamente coincidimos con las ideas planteadas en este texto, aunque hacemos la aclaración que las estadísticas que demuestran la equidad de género a nivel universitario pueden ser engañosas ya que como mostraremos en otro artículo en este mismo sitio, aunque las mujeres representen hoy día el 50 por ciento de la matricula de este nivel una parte considerable no llega a ejercer los conocimientos adquiridos, fallando así para esta población el objetivo educativo. Algo que me parece muy importante señalar es que en el texto se menciona, en referencia a la tercera de las recomendaciones en este escrito, que la UNAM cuenta ya con una política de acción afirmativa respecto a las estudiantes de doctorado que deciden ser madres, quiero mencionar a nivel personal que yo realicé mi doctorado en la UNAM, en el Programa de Ciencias Matemáticas, pero nunca me enteré de este tipo de acciones, y mi percepción es que mis profesoras tampoco estaban enteradas pese a que me constan sus esfuerzos por buscar medios para ayudar a las alumnas que tenían o estaban por tener hijos. Me parece de suma importancia que se den a conocer al personal de investigación y a los alumnos tanto los tratados a los que están suscritas las instituciones en materia de género como las acciones que cada organización está llevando a cabo. En este mismo sentido me parece que debería también haber un flujo de información a la inversa, es decir, que una como alumna o trabajadora tuviera un espacio para hacer saber sus necesidades.


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