jueves, 24 de septiembre de 2015

¿Ser feminista es odiar a los hombres?

No. Soy feminista y amo a los hombres, los amo profundamente. No a todos. Nadie ama a todos los seres humanos sólo por el hecho de pertenecer a cierto sector (exceptuando discursos religiosos). Pero sí tengo fuertes lazos de querencia con muy diversos hombres en las intensidades respectivas, mi pareja (hombre), mi padre, mi hermano, amigos cercanos, no tan cercanos, profesores, colegas. Por supuesto también amo profundamente a las mujeres. No a todas. De hecho me gustan tanto mujeres y hombres que quisiera amarlos aún más, y esa es justo una de las razones por las que soy feminista ¿Desde cuándo dejó de ser requisito odiar a todos los hombres para ser feminista? Bueno, pues nunca lo ha sido, no lo es ni lo será. Lo que sí es requisito es no odiar a las mujeres.

¿Cómo es que el feminismo me hace querer más a los hombres? Pues de entrada quiero a los hombres en los diversos sentidos en que cualquier mujer puede querer a un hombre. Pero al igual que cualquier otra personas, este gusto, esta admiración o cariño se daña cada vez que alguno de estos hombres me maltrata o actúa contrario a mis valores, en particular de respeto hacia las mujeres. Pero gracias a que me reconozco como feminista, y a que milito como tal en los espacios donde puedo, mujeres y hombres a mí alrededor han ido cambiando sus actitudes. 

Antes me caía muy bien mi jefa y la quería, pero ahora que agenda talleres de género y se esfuerza verdaderamente porque lo que organicemos no acaben siendo clubes de tobi, la admiro y quiero más. Antes quería a mis amigos y colegas, pero ahora que han reducido sus chistes y comentarios sexistas en mi presencia los quiero más (sí, es posible tener una conversación con amigos hombres sin escuchar que “fulanita está bien buena” y todas esas frases que de sobra conocemos, créeme). Ahora que puedo comunicar mejor lo que me gusta o no en una relación, redescubrir los procesos del enamoramiento, cuidarme psicológica y emocionalmente, estoy más a gusto con mi relación de pareja. Antes tenía amigas, pero ahora tengo más y muy solidarias. En gran medida todo esto es gracias a que soy feminista. Tener este halo de seguridad a mi alrededor me hace sentir muy bien, tanto que a veces lo olvido, pero basta internarme en cualquier espacio machorrín donde no se me tome en cuenta para recordarme que en general las cosas no son así.

A quienes me maltrataron, ex parejas, conocidos, jefes, profesores, y que yo pensaba que quería pero luego me di cuenta que en realidad les tenía miedo o de plano pavor, pues a esos no los quiero, ni quiero quererlos. Pero la verdad tampoco quiero odiarlos, y si lo hago quisiera dejar de hacerlo porque odiar implica un gasto considerable de energía que quisiera invertir en cosas más productivas. Tampoco quiero a quienes han dañado a mis amigas, conocidas u otras mujeres en general, con este tipo de actos u otros más sutiles. No me pidan poner buena cara ante alguien que humilla a su pareja o delante de uno de esos profesores ligadores de alumnas o festejar los chistes sexistas del jefe en el espacio de trabajo. No lo voy a hacer, no me interesa ser amiga de esa gente, repruebo sus actos porque sé que aunque sutiles, cualquier acto sexista dañan a las mujeres. Conviviré con ellos lo mínimo necesario porque también entiendo que no está en mí echarlos a la hoguera ni aunque quisiera. Pero repito, eso no hace que odie a todos los hombres. Odio sí a los feminicidas, los violadores, los golpeadores, los acosadores y desde mi trinchera lucharé por que no haya más actos de este tipo.

Así que no, no se necesita odiar a los hombres en general para ser feminista, lo único que se necesita es tener un deseo honesto por mejorar las condiciones de las mujeres (tú incluida si eres mujer). Y si existen discursos diciendo algo diferente es porque en general todo lo que tenga que ver con quitar privilegios va a generar resistencia, y el programa feminista incluye eso, quitar los privilegios que tienen los hombres en detrimento del bienestar de las mujeres. No incluye dejar de amar a los hombres que amamos, y sí amarlos de mejores maneras.

miércoles, 10 de junio de 2015

Mis problemas con las mujeres.


“Permítanme que les cuente mi problema con las mujeres… tres cosas pasan cuando hay mujeres en el laboratorio… Te enamoras de ellas, ellas se enamoran de ti y cuando las criticas, lloran.”


Después de un tiempo (muy largo) sin escribir, me topo con esta frase de oro puro. El contexto es el siguiente: la frase anterior fue dicha en la Conferencia Mundial de Periodismo Científico 2015 por nada más y nada menos que Sir Tim Hunt, premio Nobel de Medicina en 2001 y miembro de la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural. El laureado bioquímico agregó estar a favor de que hombres y mujeres trabajen en laboratorios separados. Desde su ocurrencia de ser divertido soltando estas frases que en realidad denostan el trabajo científico de las mujeres y las hacen parecer como sólo un problema que Hunt simplemente no puede manejar, el científico ha recibido una oleada de críticas bien merecidas. La Real Society salió salpicada y ya se ha deslindado de los comentarios aunque de manera, hay que decirlo, muy poco afortunada. 

Quizás esté yo con aires optimistas, pero dentro de esta cochinada me dio por ver un montón de oportunidades. Analicemos lo que significan estas frases tiradas tan a la ligera por alguien que evidentemente ha tenido mucho éxito en el ámbito científico. Después de una vida trabajando en la academia Hunt llega a las siguientes conclusiones:

  • Los hombres se enamoran de las mujeres.
  • Las mujeres se enamoran de los hombres.
  • Las mujeres lloran cuando se critican sus ideas.
  • Todo lo anterior es un problema para el quehacer científico.

En su posterior disculpa en una entrevista de la BBC Hunt alega que no fue su intención ofender a nadie, pero que lo que dijo es su apreciación honesta, que él mismo “se ha enamorado de mujeres de su laboratorio, que mujeres del laboratorio se han enamorado de él y que esto es muy perjudicial debido a que es muy importante que en un laboratorio las personas estén en igualdad de condiciones” agregando que “encuentra que estas relaciones hacen la vida muy difícil”. Además que “Es muy importante que uno pueda criticar las ideas de las otras personas sin criticarlas a ellas. Y si estallan en lágrimas uno se puede refrenar y no llegar a decir toda la verdad.”

De lo anterior se puede deducir directamente que, a decir de Hunt:

  • Las relaciones lascivas afectan el trabajo científico.
  • Es muy importante para el buen funcionamiento de un grupo dedicado a la ciencia el que sus integrantes estén en igualdad de condiciones, en un ambiente mixto no lo están.
  • Los integrantes de la comunidad científica deben tolerar las críticas a sus ideas.

 Pero todo esto… ¡Es lo que un sector de feministas dentro de la academia hemos estado repitiendo una y otra vez! Que lo privado afecta el quehacer científico; que no hay igualdad de condiciones de género en la academia; que las relaciones lascivas no son un hecho aislado, es algo que ocurre de manera cotidiana y que cuando éstas ocurren la balanza se desequilibra mucho más; que se debe de actuar para lograr la equidad, ésta no va a llegar por sí sola. Pero cuando una le dice esto a la comunidad, cuando una confronta las ideas de las personas sobre cómo se relacionan hombres y mujeres suele suceder que, sobre todo los hombres, ¡Estallan en ira! Se lo toman personal y una se tiene que refrenar y no llega a decirles todas las verdades… y a decir de Hunt esto es muy, muy perjudicial para la ciencia.

Vayamos ahora a las propuestas de Sir Tim Hunt. Según él todo esto se solucionaría creando instituciones exclusivas para hombres e instituciones exclusivas para mujeres. Bueno, no nos cerremos a las propuestas, seamos open minded y echemos a volar la imaginación. ¿Qué pasa si retomamos esta solución? Pues hacerla realidad pasa por construir un edificio, sea laboratorio, instituto, centro de investigación, etc. tal y como el que está funcionando ahorita, duplicarlo cual dos gotas, y equiparlo con la misma infraestructura, el mismo presupuesto, el mismo número de plazas, los mismos salarios, el mismo reconocimiento y echar un volado a ver quiénes ocupan el nuevo edificio, si hombres o mujeres. Podríamos mandar la propuesta a nuestros congresistas encargados de la ciencia, aunque me da la corazonada de que estarán renuentes a la idea de doblar en número de instituciones educativas y de investigación en el país.

Por si lo anterior no funciona no está de más un plan B. Si la segregación no ocurre veamos qué se puede solucionar en un contexto mixto. Es un sentimiento muy feo y muy innecesario esto de tomarse personal las críticas, si bien es algo que le sucede a todas las personas en mayor o menor medida, estadísticamente hablando a las mujeres les afecta más y de manera más decisivas, aclarando que no a todas las mujeres les ocurre esto. Para no dar lugar a confusión, creo que esto se debe no a una causa biológica, si no al resultado de las condiciones objetivas en que vivimos las mujeres, pero ese es un tema muy amplio que no discutiré aquí. Aceptemos pues a quienes nos pase, que para trabajar o estudiar mejor y con menos sufrimiento, sería buena idea controlar nuestros sentimientos de tristeza para que no estallemos en llanto. Va. Ahora que asumimos que los sentimientos se pueden controlar, entonces deje de hacerse la víctima de Eros y controle su deseo, lujuria o amor hacia las mujeres que lo rodean. Así como usted controla la tristeza también puede controlar estas otras emociones ¡Hágalo! De lo contrario ya sabe lo que sucede, el ambiente se enrarece y eso es muy, muy perjudicial para la ciencia. Esto va nuevamente para todo el que lo necesite ¡No seduzca ni se enamore de su alumna o de las alumnas de sus colegas! Es un hecho, las mujeres se enamoran de los hombres, si una alumna se enamora de usted ¡No promueva ese enamoramiento! Es difícil imaginar una situación más inequitativa, y estar en una relación así eventualmente afectará de manera negativa el quehacer académico y le hará la vida difícil sobre todo a quien esté en condiciones más precarias.

Como les digo, esta noticia me hizo el día. Ojalá todos externáramos abiertamente  lo que pensamos sobre las relaciones entre hombres y mujeres en nuestros centros educativos y de trabajo, y en general en los espacios de convivencia. Ojalá todos aceptáramos éstos y otros muchos problemas que percibimos. Ojalá todos escucháramos sin escándalo las propuestas de solución de manera tolerante y, a diferencia de Hunt, ojalá estuviéramos dispuestos a cambiarnos desde nuestro interior, desde nuestras emociones y pensamientos, antes de lanzarnos a la empresa titánica de modificar por completo todo el entorno para, sin cambiarnos, crear un ambiente donde simplemente sean físicamente imposibles las situaciones problemáticas. El verdadero error y cinismo de Hunt en esta historia es que, ante su aversión a las rosas blancas,  quiere pintarlas todas de carmín.

http://www.theguardian.com/uk-news/2015/jun/10/nobel-scientist-tim-hunt-female-scientists-cause-trouble-for-men-in-labs

http://www.bbc.com/news/uk-33077107